Mora estaba cansada de ser madre, no por falta de amor.
Simplemente, se sentía en decadencia, estaba transitando su tercer puerperio y no se encontraba si misma, sabía que cuando lo hiciera nada volvería a ser lo mismo de cualquier modo.
En muchas ocasiones desdeño la maternidad, empezando por su propia madre, una mujer entregada a los demás pero reprimida y abandonada de si misma, tenia un gran apego al sufrimiento, escondía tras sus hondos suspiros amarguras y soledades que
habitaban su alma desde que era niña, la añoranza de su padre y la orfandad temprana de su madre fueron matizando su alma de grises y negros. Mas tarde conoció al que sería su esposo y padre de sus hijos, y esta relación solo perpetró su dolor.
habitaban su alma desde que era niña, la añoranza de su padre y la orfandad temprana de su madre fueron matizando su alma de grises y negros. Mas tarde conoció al que sería su esposo y padre de sus hijos, y esta relación solo perpetró su dolor.
Mora no quería cargar con ello. Cuando era niña y se subía a la cama de sus papas para estar con ellos, había algo que ella no entendía pero que percibía en el aire, algo que era desagradable y llegaba a revolverle el estomago. Ella era muy pequeña y no entendía porque le pasaba eso, y nunca se animó a contárselo a nadie más.
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